El Gobierno no tiene ninguna intención de recuperar la autorización del ‘metil clorpirifos’, el insecticida que se empleaba eficazmente contra la nueva plaga del ‘cotonet’ de Sudáfrica y que está centrando un gran revuelo de protestas de citricultores que reclaman permisos excepcionales. Pues no lo habrá. Más esfuerzos en esa línea pueden resultar estériles.
El Ministerio de Agricultura denegó la petición que en tal sentido le hizo la Conselleria de Agricultura. El ‘metil clorpirifos’ quedó fuera de juego en la compleja reglamentación europea y sólo cabía pedir autorizaciones limitadas y excepcionales, como la que solicitó Italia y consiguió Italia, aunque sólo para tratamientos en fruta para el mercado local, no para exportar. Mientras tanto se siguen reproduciendo escritos y hasta acuerdos de ayuntamientos pidiendo algo que no será, porque hablamos de un insecticida que ya está fuera de circulación y las autoridades no quieren mover un dedo.
Cuando le preguntan al respecto al director general de Sanidad de la Producción Agraria, Valentín Almansa, explica que no firmará nada a favor de ningún producto que, como en este caso, cuenta con informes sanitarios y medioambientales muy contrarios. Pueden verlo exagerados o como quieran, pero es la estructura que hay, así se mueven estas cosas. Por tanto, por ese lado hay muy poco que rascar, o nada.
Sin embargo es evidente que estamos ante una plaga fuera de control, mientras sólo se ponen parches como efecto placebo.
Para tratar de ‘endulzar’ el asunto ante la opinión pública, desde instancias oficiales se divulga sin parar que hay gran confianza en que este ‘cotonet’ será controlado con medios biológicos, que básicamente son dos: el uso de trampas con feromonas de confusión sexual y la suelta masiva de un parasitoide, el ‘Anagyrus aberiae’, que investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia lograron encontrar en Sudáfrica tras largos procesos de búsqueda.
El ‘Anagyrus’ fue traído tras complejos trámites, lo han reproducido, se encuentra en fase de multiplicación en los insectarios de la Conselleria de Agricultura, pero no está permitida su suelta masiva por inexplicables razones medioambientales. Entre tanto, el ministerio ha autorizado ampliar la suelta experimental. Ahora, en vez de un punto se cuenta con cinco, y presentan la medida como una actuación para «contrarrestar la ausencia del metil-clorpirifos». Nada de eso, sólo son experimentos testimoniales. Que funcionan muy bien, y es una lástima que no se deje multiplicarlos por mucho, pero de momento no van a contrarrestar casi nada. Lo dicen los investigadores. La plaga está fuera de control y lo primero que haría falta sería rebajar su incidencia, pero los insecticidas alternativos no funcionan, son poco eficaces en este caso y encima multiplican los ataques de araña roja.
Las trampas y el parasitoide harán un gran papel, sin duda, y serán la solución a largo plazo, pero antes han de contar con un nivel de plaga menos virulento, más controlado, y eso sólo se puede lograr con la lucha química.
Fuente: Las Provincias